domingo, 1 de mayo de 2011

El Segundo Sexo


Partiendo del parámetro existencialista, el criterio era la libertad. Su premisa era que el objetivo primordial de cualquier ser humano responsable debía ser la soberanía. Pero eso era complicado. Si una mujer no era libre, podía deberse a dos razones: su falta de libertad podía ser inflingida, en cuyo caso constituía una opresión; o podía ser elegida, en cuyo caso representaba un fallo moral. En ambos casos, era algo absolutamente nefasto.
Como Sartre, defendía que la libertad requería coraje moral. Es más fácil renunciar a la libertad individual y convertirse en un objeto. Como Beauvoir dejó claro, las mujeres obtendrían ventajas si actuaban como esperaban los hombres, si vivían a través de ellos, retenidas por los hombres. Ese es un camino fácil, que permite evitar el esfuerzo que implica vivir una existencia auténtica. [...] Beauvoir conocía a muchas mujeres que vivían a través de los hombres, que endosaban la carga de su existencia a un hombre. Ella misma estuvo tentada a hacerlo. Conocía también el precio de la independencia. El segundo sexo muestra patética y profundamente que la mujer independiente estaba condenada a sentirse dividida.

H. Rowley

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