domingo, 3 de febrero de 2013

Los Detectives Salvajes Pt. 2



La verdad es que ya no tenía ganas de discutir. Al principio había fingido que no me interesaban sus planes, su plática, todo lo que tuviera que decirme, pero luego descubrí que en realidad no me interesaba, que todo lo que tenía que ver con él me aburría sobremanera, que lo que verdaderamente quería era que se marchara y me dejara estudiar tranquila, esa tarde tenía mucho que estudiar. Y entonces él dijo que le daba tristeza viajar y conocer el mundo sin mí, que siempre había pensado que yo iría con él a todas partes, y nombró países como Libia, Etiopía, Zaire, y ciudades como Barcelona, Florencia, Avignon, y entonces yo no pude sino preguntarle qué tenían que ver esos países con esas ciudades, y él dijo: todo, tienen que ver en todo, y yo le dije que cuando fuera bióloga ya tendría tiempo y además dinero, porque no pensaba dar la vuelta al mundo en autostop ni durmiendo en cualquier sitio, de ver esas ciudades y esos países. Y él entonces dijo: no pienso verlos, pienso vivir en ellos, tal como he vivido en México. Y yo le dije: pues allá tú, que seas feliz, vive en ellos y muérete en ellos si quieres, yo ya viajaré cuando tenga dinero. Entonces te faltará tiempo, dijo él. No me faltará tiempo, dije yo, al contrario, seré dueña de mi tiempo, haré con mi tiempo lo que me dé la gana. Y él dijo: ya no serás joven. Lo dijo casi a punto de llorar, y verlo así, tan amargado, me dio coraje y le grité: a ti qué te importa lo que haga con mi vida, con mis viajes o con mi juventud.

R. Bolaño

sábado, 2 de febrero de 2013

Estambul



Un vapor de plata cubre la ciudad cuando la luna aparece entre las crestas de los edificios. Al menos eso es lo que veo yo. El universo es lo que percibimos en lo individual a partir de una realidad supuesta que, en teoría, es la misma para todos. La Luna que veo ahora en el cielo es la misma que ves tú, o que ven otros, aunque al final sea algo distinto para cada uno. Pero mis sueños sólo yo puedo verlos, incluso cuando tú apareces en ellos… incluso cuando en ellos me amas. Ese universo onírico solo es asequible para mi, e intentar describirlo con palabras es como hablarte de una ciudad que no conoces. Como intentar describirte Estambul, o más aún, un Estambul imposible al que no has ido ni podrás ir jamás. Un Estambul que está conmigo cuando te hablo de él y también cuando te hablo de la Luna. Muchas veces creemos olvidar nuestros sueños al despertar, pero lo que vivimos en ellos permanece en la vigilia, como una especie de sombra. Y es eso lo que me hace ver esta Luna como yo la veo, verte a ti como yo te veo e incluso, intentar hablarte de mis sueños. Por eso, lo que alcanzas a percibir en el fondo de mis ojos no es otra cosa que el perfil plateado de mi propio Estambul.

J. M. Aguilera