lunes, 11 de julio de 2011

Mallarmé Asaltado


Faunos ebrios de trasmundo
Desafíos desgarrados
Diversos amigos míos
He aquí roída mi nativa nobleza
De las barbas de las calles cuelgan cantos
joyas lúgubres asaeteadas por el hambre
/ pus & sombras : sed vacía /
Encanecen los drenajes
las jaurías se autoapañan
Hablo en oro & me desgasto
Flor extraña la del sueño por las noches
Cuerno recio : borbotón de sangre
La arenas de polilla vueltas tótems
por la angosta boca abierta de la herida
No estoy muerto
Pulso mi arco
La humareda cojimanca del paisaje hace buches de rodillas
No hay cristales que galopen de mi mente a esa banqueta
De mis luces / sólo espinas
pero no / pero no

M. S. Papasquiaro

viernes, 8 de julio de 2011

Las Partículas Elementales


Las formas de la naturaleza son formas humanas. Es en nuestro cerebro donde aparecen los triángulos, los entrelazamientos y los ramajes. Los reconocemos, los apreciamos; vivimos en medio de ellos. En medio de nuestras creaciones, creaciones humanas, comunicables a los hombres, nos perfeccionamos y morimos. En medio del espacio, el espacio humano, tomamos medidas; con estas medidas creamos el espacio, el epacio entre nuestros instrumentos.
El hombre poco instruido siente terror ante la idea del espacio; lo imagina inmenso, nocturno y vacío. Imagina a los seres en la forma elemental de una bola, aislada en el espacio, encogida en el espacio, aplastada por la eterna presencia de las tres dimensiones. Aterrorizados por la idea del espacio, los seres humanos se encogen; tienen frío, tienen miedo. En el mejor de los casos atraviesan el espacio, se saludan con tristeza en mitad del espacio. Y sin embargo ese espacio está en su interior, se trata de su propia creación mental.
En ese espacio al que tanto temen los seres humanos aprenden a vivir y a morir; en medio de su espacio mental surgen la separación, el alejamiento y el sufrimiento. Sobre esto hay muy poco que decir: el amante oye la llamada de su amada a través de los océanos y montañas; a través de océanos y une para siempre. La práctica del bien es una unión, la práctica del mal una desunión. El otro nombre del mal es la separación; y aún hay otro más, mentira. Solo existe un entrelazamiento magnífico, recíproco e inmenso.

M. Houellebecq