sábado, 28 de mayo de 2011

Las Muchedumbres


No es dado a todos tomar un baño de multitud: gozar de las muchedumbres es un arte; y sólo puede darse, a expensas del género humano un atracón de vitalidad aquel a quien un hada haya otorgado desde la cuna el gusto por el disfraz y la máscara, el odio por el domicilio y la pasión por el viaje.

Multitud, soledad: términos iguales y convertibles por el poeta activo y fértil. Quien no sabe poblar su soledad tampoco sabrá estar solo en una muchedumbre atareada.

El poeta disfruta de este incomparable privilegio: el de poder, a su antojo, ser él mismo y los demás. Como esas almas errantes que buscan un cuerpo, él entra cuando quiere en el personaje de cada uno. Sólo para él todo está vacante; y si ciertos lugares parecen estar cerrados, es porque a sus ojos no valen la pena que se los visite.

El paseante solitario y pensativo obtiene una singular ebriedad de esta universal comunión. Aquel que se entrega fácilmente a la muchedumbre, conoce goces febricientes de que están eternamente privados el egoísta, cerrado como un cofre, y el perezoso, enclaustrado como un molusco. Adopta como suyas todas las profesiones, todas las alegrías y todas las miserias que la ocasión le ofrece.

Aquello que los hombres llaman amor es muy pequeño, muy exiguo y muy débil comparado con esa orgía inefable, con esa santa prostitución del alma que se da toda entera, poesía y caridad, a lo imprevisto que se muestra, a lo desconocido que pasa.

Es bueno enseñar a veces a los felices de este mundo, aunque sólo fuere para humillar por un instante su orgullo, que existen felicidades superiores a las suyas, más vastas y más delicadas.. Los fundadores de colonias, los pastores de pueblos, los padres misioneros exiliados en los confines del mundo, saben sin duda algo de estas ebriedades misteriosas; y, en el interior de la extensa familia que su genio ha formado, deben reírse a veces de aquellos que los compadecen por su destino tan agitado y por su vida tan casta.

C. Baudelaire

martes, 24 de mayo de 2011

Santo Grial -A la Manera de Verlaine-


A veces, en la agonía del periodo en que vivimos, percibo
que mi inmensa angustia se embriaga de esperanza.
En vano la hora vergonzosa abre profundas bocas.
En vano se abren desastres interminables debajo de nosotros
para engullir la autocomplacencia de nuestro sufrimiento,
la sangre de Cristo emana de todo.

La preciosa Sangre fluye en olas de sus altares
aún no derrocados y seguirá fluyendo
cuando lo sean; y cuando nuestro tiempo de maldad sea tal
que los más fuertes coman cediendo al terror mortal,
se humillen ante la ley sin honor,
de la sombra de prisiones brotará de nuevo.

Saldrá otra vez de los muros de cemento.
Ablandará el horror que los une. Dulce y roja
excrecencia, constante flujo de plegarias,
de dura expiación y de recta razón tomada en protesta
contra los actos de traición y cobardía, los fuegos
llovidos sobre cuanto se mueva en la campiña,
las cámaras de la muerte e instrumentos
de interrogación.

Torrente de amor
del Propio Dios, Amor y Dulzura,
Copa Eterna que es Él, hacia quien nos movimos, así esté
en medio del horror de este mundo de simulación que
afrontamos,
refrescante río de fuego que apaga la sed,
fuente viva donde el corazón puede ser revivido,
aún el del asesino, aún el del adúltero,
salvación de la patria, ¡Oh, sangre, don de amor,
que apaga la sed de la vida!

R. Duncan

Esperando a Godot


-¿Y si nos arrepintiéramos?
-¿De qué?
-¡Hombre! No hace falta entrar en detalles.
-¿De haber nacido?...

S. Beckett

martes, 17 de mayo de 2011

¡La Hemos Vuelto a Hallar!


¡La hemos vuelto a hallar!
¿Qué?, la Eternidad.
Es la mar mezclada
con el sol.
Alma mía eterna,
cumple tu promesa
pese a la noche solitaria
y al día en fuego.
Pues tú te desprendes
de los asuntos humanos,
¡De los simples impulsos!
Vuelas según..
Nunca la esperanza,
no hay oriente.
Ciencia y paciencia.
El suplicio es seguro.
Ya no hay mañana,
brasas de satén,
vuestro ardor
es el deber.
¡La hemos vuelto a hallar!
-¿Qué?- -La Eternidad.
Es la mar mezclada
con el sol.

A. Rimbaud

Miedo y Asco en Las Vegas


(...) pero absolutamente seguro de que fuese en la dirección que fuese, encontraría un sitio donde habría gente tan volada y cargada como yo: de esto no había duda.
Había locura en todas direcciones, a cualquier hora. Si no al otro lado de la Bahía, por Golden Gate arriba, o hacia abajo, de 101 a Los Altos o La Honda... en todas partes saltaban chispas. Había una fantástica sensación universal de que hiciésemos lo que hiciésemos era correcto, de que estábamos ganando...
Y esto, creo yo, fue el motivo... aquella sensación de victoria inevitable sobre las fuerzas de lo Viejo y lo Malo. No en un sentido malvado o militar; no necesitábamos eso. Nuestra energía prevalecería sin más. No tenía ningun sentido luchar... ni por parte nuestra ni por la de ellos. Teníamos todo el impulso; íbamos en la cresta de una ola alta y maravillosa...
Así que, en fin, menos de cinco años después, podías subir a un empinado cerro en Las Vegas y mirar al Oeste, y si tenías vista suficiente, podías ver casi la línea que señalaba el nivel de máximo alcance de las aguas... aquel sitio donde el oleaje había roto al fin y había empezado a retroceder.

H. S. Thompson

viernes, 13 de mayo de 2011

Desgracia


Y fue un forastero en este mundo palpitante,
un espíritu errante, arrojado de algún otro;
fue un bulto de oscuras imaginaciones, que porque quiso
dieron forma a los peligros que él evitó por azar.


-¿Hay alguien que quiera glosar estos versos? ¿Quién es ese espíritu errante ? ¿Por qué se hace llamar un bulto? ¿De qué otro mundo proviene?
(...) -Lucifer- dice. El ángel arrojado del paraíso. Poca cosa sabemos sobre el modo en que viven los ángeles, pero podemos dar por hecho que no necesitan oxígeno, que no palpitan. Allá en el paraíso, el ángel de las tinieblas, Lucifer, no tenía que respirar, no palpitaba. De repente, sin previo aviso, se encuentra expulsado en este extraño mundo palpitante en el que vivimos.
Errante: dícese del individuo que elige su propio camino, que vive peligrosamente, que incluso ronda adrede el peligro. Sigamos leyendo.(...)

Pudo en ocasiones renunciar a su bien por el bien ajeno,
pero no por compasión, ni porque debiera,
sino porque alguna extraña perversión del pensamiento
lo llevó a seguir adelante con secreto orgullo
y hacer lo que pocos o ninguno hubieran osado;
ese mismo impulso, en el momento de la tentación,
así también engañaría su espíritu arrimándolo al crímen


-Así pues, ¿qué clase de ser es el tal Lucifer? (...) como si estuviera dormido y acabara de ser convocado, el muchacho responde.
-Hace lo que le viene en gana. Le da lo mismo que sea bueno o malo. Si le apetece, lo hace.
-Exacto. Sea bueno o malo, si le apetece lo hace. No actúa por principios, sino por impulsos. Y la fuente de sus impulsos es algo que, para él, permanece en la oscuridad. Leamos unos cuentos versos más adelante: No era de la cabeza su locura, sino del corazón. Un loco del corazón. ¿Y qué significa estar loco del corazón? (...)
- No importa. Fijaos en que no se nos pide que condenemos a este ser que está loco del corazón, este ser en el que parece haber algo connaturalmente contrahecho. Muy al contrario, se nos invita a comprenderlo, e incluso a tomarle simpatía. Pero la simpatía tiene un límite. Aunque viva entre nosotros, no es uno de nosotros. Es exactamente lo que él mismo se ha llamado: un bulto, esto es, un monstruo. A la sazón según sugiere Byron, no será posible amarlo, o no al menos en el sentido más profundo y más humano del término. Está condenado a la soledad.

J. M. Coetzee

Angustia


Yo no vengo esta noche a imperar en tu cuerpo,
¡Oh!, bestia en que se juntan los pecados de un pueblo
Ni a sondear en tu impuro cabello la tormenta,
Que infunde el incurable fastidio de mis besos:

Busco el sueño sin sueño que se cierne en tu lecho
Bajo el dosel ignoto de los remordimientos,
Que tú puedes gustar tras tus negras mentiras,
Tú que sobre la nada sabes más que los muertos:

Porque el Vicio ha roído mi nativa nobleza
Y me unció como a ti con su estéril tormento:
Pero, mientras tú guardas en tu pecho de piedra

Un corazón infame que ningún crimen hiere,
Yo huyo con la mortaja de una obsesión de loco
Con miedo de morir cuando me duerma solo.

S. Mallarmé

miércoles, 11 de mayo de 2011

Trópico de Capricornio


En aquella época no me atrevía a pensar sino en los hechos. Para penetrar bajo los hechos, tendría que haber sido un artista y no se llega a ser artista de la noche a la mañana. Primero tienes que verte aplastado, ver destruidos tus puntos de vista contradictorios. Tienes que verte carbonizado y mineralizado para elevarte a partir del último común denominador del yo. Tienes que superar la compasión para sentir desde las raíces mismas de tu ser. No puedes hacer un nuevo Cielo y una nueva Tierra con hechos: sólo existe el hecho de que el hombre, cualquier hombre, en cualquier parte del mundo, va camino de la ordenación. Unos siguen el camino más largo y otros el más corto. Todos cumplen su destino a su modo y nadie puede prestar otra ayuda que la de mostrarse amable, generoso y paciente.

H. Miller

Trópico de Cáncer


En aquél momento perdí por completo la ilusión del tiempo y del espacio: el mundo desplegó su drama simultáneamente a lo largo de un meridiano sin eje.
En aquella especie de eternidad pendiente de un hilo sentí que todo estaba justificado, supremamente justificado; sentí mis guerras interiores que habían dejado esa pulpa y esos despojos; sentí los crímenes que bullían allí para surgir mañana en titulares sensacionales; sentí la miseria moliéndose a sí misma con almirez y mortero, la larga y triste miseria que se derrama gota a gota en pañuelos sucios.
En el meridiano del tiempo no hay injusticia: sólo hay poesía del movimiento que crea la ilusión de la verdad y del drama.
Si en cualquier momento y en cualquier parte se encuentra uno cara a cara con lo absoluto, la gran compasión que hacen parecer divinos a hombres como Gautama y Jesús se enfría y se desvanece; lo monstruoso no es que los hombres hayan creado rosas a partir de ese estercolero, sino que, por la razón que sea, deseen rosas... Por una razón u otra, el hombre busca el milagro y para lograrlo es capaz de abrirse paso entre la sangre. Es capaz de corromperse con ideas, reducirse a una sombra, si por un solo segundo de su vida puede cerrar los ojos ante el horror de la realidad.

H. Miller

El Existencialismo es un Humanismo


Dostoievski escribe Si Dios no existiera, todo estaría permitido. Este es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y en consecuencia el hombre está abandonado, por que no encuentra ni en sí ni en fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si en efecto la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar por referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicha de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, por que una vez arrojado al mundo es reponsable por todo lo que hace. El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es reponsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que la oriente, porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre.

J.P. Sartré

La Peste


Cuando estalla una guerra, las gentes dicen: Esto no puede durar, es demasiado estúpido. Y sin duda una guerra es evidentemente demasiado estúpida, pero eso no impide que dure. La estupidez insiste siempre, uno se daría cuenta de ello si uno no pensara siempre en sí mismo. Nuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo; pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanidad: no creían en las plagas. La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar. Pero no siempre pasa, y de mal sueño en mal sueño son los hombres los que pasan, y los humanistas en primer lugar, porque no han tomado precauciones. Nuestros conciudadanos no eran más culpables que otros, se olvidaban de ser modestos, eso es todo, y pensaban que todavía todo era posible para ellos, lo cual daba por supuesto que las plagas eran imposibles. Continuaban haciendo negocios, planeando viajes y teniendo opiniones. ¿Cómo hubieran podido pensar en la peste que suprime el porvenir, los desplazamientos y las discusiones? Se creían libres y nadie será libre mientras haya plagas.

A. Camus

domingo, 8 de mayo de 2011

Cantos de Maldoror


He venido a ti para retirarte del abismo. Los que se dicen amigos tuyos te miran, consternados, cada vez que te encuentran, pálido y encorvado, en los teatros, en las iglesias, o apretando con tus dos vigorosos muslos ese caballo que no galopa más que de noche, montado por su jinete fantasma, envuelto en un largo abrigo negro. Abandona esos pensamientos que vuelven tu corazón vacío como un desierto; son más ardientes que el fuego. Tu espíritu está tan enfermo que ni siquiera te das cuenta y crees que ése es su estado natural, cuando salen de tu boca palabras sin sentido, aunque llenas de una diabólica grandeza. ¡Desgraciado! ¿Qué has dicho desde el día de tu nacimiento? ¡Oh, triste resto de una inteligencia inmortal, con tanto amor creada por Dios! ¡No has engendrado más que maldiciones, más espantosas que la visión de hambrientas panteras! ¡Preferiría tener mis párpados pegados, un cuerpo sin piernas y brazos, haber asesinado a un hombre, antes que ser tú! Porque te odio. ¿Por qué tener ese carácter que me asombra? ¿Con qué derecho vienes tú a esta tierra para burlarte de quienes la habitan, ruina podrida bamboleada por el escepticismo? Si no estás a gusto, vuelve de las esferas de donde vienes. Un habitante de las ciudades no debe residir en los pueblos, semejante a un extranjero. Sabemos que en los espacios existen esferas más amplias que la nuestra, con espíritus de una inteligencia que ni tan siquiera podemos concebir. ¡Pues bien! ¡Vete!... ¡retírate de este suelo móvil! ¡muestra al fin tu esencia divina, que hasta ahora has escondido; ¡y dirige cuanto antes tu vuelo ascendente hacia esa esfera que nosotros no envidiamos en absoluto, orgulloso como eres! Pues no he conseguido reconocer si eres un hombre o más que un hombre.

I. Ducasse

domingo, 1 de mayo de 2011

El Segundo Sexo


Partiendo del parámetro existencialista, el criterio era la libertad. Su premisa era que el objetivo primordial de cualquier ser humano responsable debía ser la soberanía. Pero eso era complicado. Si una mujer no era libre, podía deberse a dos razones: su falta de libertad podía ser inflingida, en cuyo caso constituía una opresión; o podía ser elegida, en cuyo caso representaba un fallo moral. En ambos casos, era algo absolutamente nefasto.
Como Sartre, defendía que la libertad requería coraje moral. Es más fácil renunciar a la libertad individual y convertirse en un objeto. Como Beauvoir dejó claro, las mujeres obtendrían ventajas si actuaban como esperaban los hombres, si vivían a través de ellos, retenidas por los hombres. Ese es un camino fácil, que permite evitar el esfuerzo que implica vivir una existencia auténtica. [...] Beauvoir conocía a muchas mujeres que vivían a través de los hombres, que endosaban la carga de su existencia a un hombre. Ella misma estuvo tentada a hacerlo. Conocía también el precio de la independencia. El segundo sexo muestra patética y profundamente que la mujer independiente estaba condenada a sentirse dividida.

H. Rowley